octubre 21, 2015
Safehouse
La vigilancia privada es una actividad regulada en Colombia. Hay una superintendencia dedicada exclusivamente a controlar que esta actividad sea ofrecida y ejercida siguendo normas y lineamientos.
La idea central de la vigilancia privada pareciese ser el delegar tareas de control e incluso el uso de armas de fuego, en civiles que no pertenecen a la Policía ni a las Fuerzas Armadas. Por eso mismo -asumo-, la superintendencia está adscrita al Ministerio de Defensa. Cubre los servicios de vigilancia con armas o sin ellas, los servicios de blindaje y otras actividades relacionadas a la vigilancia de personas y bienes privados.
Dedicamos recursos y personas a cuidar las pertenencias de cada quien. Hay personas cuya función en el engranaje es procurar que las cosas de cada quien sigan en su poder y evitar que otros se apropien de ellas, sin la parte de ser funcionarios. Personas que trabajan domingos, festivos, navidad y año nuevo para que no se cuelen los ladrones por entre rendijas y portones entreabiertos. ¿Quiénes se presentan a esos trabajos?
Haciendo un recuento de los vigilantes con los que me he topado, podría agruparlos en algunos perfiles comunes. El hombre de más de cincuenta años, a veces con defectos físicos y a veces con lesiones serias de muchos años que le dificultan sus tareas; la mujer cabeza de familia; el joven que salió hace pocos meses del servicio militar y no consigue otro empleo. En ocasiones llego a creer que sólo asignan a los jóvenes para lugares públicos como centros comerciales por su aspecto (y les ponen overoles que resaltan su estatura y complexión) mientras que los menos hábiles son los que aguantan frío en porterías de todos los tamaños y condiciones, enruanados cuidando maquinaria y materiales de obra, recorriendo conjuntos residenciales y oficinas en la madrugada. Ya he tenido que ver cómo alguno se suicida mientras hace ronda en el parque o cómo otro pasa su turno echando chisme con los vecinos, ya un par de veces los he visto disuadiendo con tiros al aire a quienes pretenden robar algún apartamento; son personas desprotegidas por principio que encuentran un quehacer al que sí tienen acceso.
Siempre he creído que es una tarea injusta, Que no debería existir. E igual, están ahí cada noche y cada mañana, aprenden a usar software de cámaras y citófonos, andan en segways y conviven con perros entrenados. En cada navidad y año nuevo, mamá y yo les compartimos algo de la cena a quienes están esa noche de turno. Procuro recordar que están ahí haciendo exactamente lo que les han pedido que hagan e interactúo con ellos en consecuencia.
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