Pocas cosas tan anunciadas e igualmente molestas como la introducción de WebExtensions en la versión 57 de Firefox. Todo el año sabíamos que llegaría noviembre con su alegría y con este release, pero igual no era fácil aceptar que más de una extensión dejaría de funcionar porque el modelo de funciobnamiento del navegador cambiaría radicalmente y algunos desarrolladores simplemente se rehusan a cambiar todo de nuevo.
Me quedé sin grupos de pestañas, primero porque Firefox mató Panorama y después porque este cambio mató las ganas del desarrollador de TabGroups, que ya había hecho un refactor extenso de su código y encontró que, menos de un año después, debía cambiar todo de ceros porque nada iba a funcionar.
Extraño tener grupos de pestañas. Odio tener más de diez o quince abiertas por ahí y no poder agruparlas por temas me complica la vida. Elegir si hoy estaba en el grupo de "Fotografía", en el de "stream processing" o en el de "gonzo porno".
Extraño la vida con grupos de pestañas.
noviembre 28, 2017
noviembre 27, 2017
Flatland
Carl Sagan incluye en uno de sus episodios de Cosmos, una referencia al libro Flatland. Es un escrito británico del siglo XIX, donde su autor cuenta la historia de un mundo bidimensional en palabras de un Cuadrado que se denomina a sí mismo como uno regular y bien educado.
Lo realmente interesante al leer el libro es ver cómo su autor logra plasmar prejuicios, comportamientos y problemas humanos, en medio de la historia y la moral de los sólidos bidimensionales. La justificación del caso para la existencia del clero y para la discriminación hacia las mujeres.
Creería uno que leer un libro así ayudaría a trabajar en la empatía. Por como nos fue en el siglo XX, supongo que no fue de los más leídos.
Lo realmente interesante al leer el libro es ver cómo su autor logra plasmar prejuicios, comportamientos y problemas humanos, en medio de la historia y la moral de los sólidos bidimensionales. La justificación del caso para la existencia del clero y para la discriminación hacia las mujeres.
Creería uno que leer un libro así ayudaría a trabajar en la empatía. Por como nos fue en el siglo XX, supongo que no fue de los más leídos.
noviembre 15, 2017
noviembre 07, 2017
Speed
Ya hemos hablado de lo rápido que puedo ir cuando voy conduciendo. Puede ser realmente rápido. Mi carro no tiene turbo pero soy usuario habitual de los motores turbocargados de mis amigos.
Rueguen porque nunca llegue el día en el que sientan que no fueron lo suficientemente rapido. Que hizo falta potencia y una caja de cambios más rápida. Que hizo falta saltarse un semáforo con más decisión, tal vez.
Llegué a mirar cómo tener un carro más rápido. No lo he descartado.
Rueguen porque nunca llegue el día en el que sientan que no fueron lo suficientemente rapido. Que hizo falta potencia y una caja de cambios más rápida. Que hizo falta saltarse un semáforo con más decisión, tal vez.
Llegué a mirar cómo tener un carro más rápido. No lo he descartado.
noviembre 06, 2017
Cúpula
No deja de parecerme curioso el que las personas hayan acordado, de alguna forma misteriosa, que una cúpula es un portal adecuado para que las almas encuentren su camino al otro mundo.
Piensen por un momento en todo lo que abarca esa frase. El otro mundo. Las almas en tránsito. Las cúpulas.
En el Palacio de Justicia hay una gran cúpula que se codea con la ley y el orden, con Santander y sus preocupaciones. Bajo ella, un gran círculo de bronce como proyección de la cúpula en el suelo, tallada de cuerpos celestes como invocando el infinito. El camino de las almas al infinito, a las estrellas, como si por allá en algún rincón estuviese el más allá. El sincretismo forzado entre la ciencia y la fe.
Pensaba el otro día que tenía más sentido hacer que pasaran aviones por sobre los lugares trascendentes. Nada representa con más claridad el ir a otro lugar como lo hacen unas luces parpadeantes y unas alas plateadas surcando el aire, en un guiño a la historia de Ícaro que es tan vieja como el hombre mismo. Nada mejor para dejar ir a los que queremos, que un avión surcando el cielo, atravesando las nubes y encontrando su propia versión del infinito en el horizonte.
Por el buen viaje y el horizonte imperecedero.
Piensen por un momento en todo lo que abarca esa frase. El otro mundo. Las almas en tránsito. Las cúpulas.
En el Palacio de Justicia hay una gran cúpula que se codea con la ley y el orden, con Santander y sus preocupaciones. Bajo ella, un gran círculo de bronce como proyección de la cúpula en el suelo, tallada de cuerpos celestes como invocando el infinito. El camino de las almas al infinito, a las estrellas, como si por allá en algún rincón estuviese el más allá. El sincretismo forzado entre la ciencia y la fe.
Pensaba el otro día que tenía más sentido hacer que pasaran aviones por sobre los lugares trascendentes. Nada representa con más claridad el ir a otro lugar como lo hacen unas luces parpadeantes y unas alas plateadas surcando el aire, en un guiño a la historia de Ícaro que es tan vieja como el hombre mismo. Nada mejor para dejar ir a los que queremos, que un avión surcando el cielo, atravesando las nubes y encontrando su propia versión del infinito en el horizonte.
Por el buen viaje y el horizonte imperecedero.
noviembre 01, 2017
Breakfast
Mi mamá hacía lo imposible. Cuando yo tenía unos ocho o nueve años, ella llegaba de su trabajo informático en turno de 3 p.m. a 11 p.m. (con suerte), dormía un poco y se levantaba a prepararme el desayuno y alistarme todo para salir al colegio, dejaba el almuerzo listo y luego descansaba un poco más antes de salir de nuevo.
Esta semana la he entendido a plenitud, después de bañarme, vestirme, desayunar, arreglar un poco la casa, revisar la comida y el agua de los gatos, limpiarles la arenera, echarle gotas a Enzo y limpiarle los ojos a Chloe, revisar emails, ponerle el collar a Enzo y dejarles galletas en la comida para animar al pobre gato lámpara.
Esto de ser gatohabiente es un reto y también es la felicidad. Estar echado en la cama leyendo y que ese par se arrunche o se me acueste encima, eso es muy feliz. O que Chloe me dé cantaleta. O que Enzo se arrunche más cuando hace frío. O que se queden mirando cuando juego Gran Turismo. O que quieran a M.
Enzo es el gato más abierto, franco y transparente del mundo. Chloe es digna y más distante. Ambos dejan de hacer lo que están haciendo cuando los miro fijamente, se revuelcan en cámara lenta como en las caricaturas. Se cuidan y se miman. Se acompañan. Y me quieren, parce. Se siente como que les caigo bien a pesar de ser el que les echa gotas y no les da bocado de lo que come (porque qué verracos gatos pa canequeros).
A Chloe le gusta ser la que se lleva el balón y acaba el partido: se lleva los juguetes en la jeta como un perrito. A Enzo le gusta cazar. Chloe se sienta detrás mío en la silla del escritorio, es mi copiloto del teletrabajo. Enzo pasa por mimos trepándose al escritorio y después se echa en mi cama a hacer la siesta.
Qué bonito ha sido el hacer a pesar del miedo. Aprender a cuidarlos. Hoy ya le puse gotas al gato sin mayor queja. Hasta me dejó asegurarme que el colirio le cubriera todo el ojo, en ambos ojos.
Esta semana la he entendido a plenitud, después de bañarme, vestirme, desayunar, arreglar un poco la casa, revisar la comida y el agua de los gatos, limpiarles la arenera, echarle gotas a Enzo y limpiarle los ojos a Chloe, revisar emails, ponerle el collar a Enzo y dejarles galletas en la comida para animar al pobre gato lámpara.
Esto de ser gatohabiente es un reto y también es la felicidad. Estar echado en la cama leyendo y que ese par se arrunche o se me acueste encima, eso es muy feliz. O que Chloe me dé cantaleta. O que Enzo se arrunche más cuando hace frío. O que se queden mirando cuando juego Gran Turismo. O que quieran a M.
Enzo es el gato más abierto, franco y transparente del mundo. Chloe es digna y más distante. Ambos dejan de hacer lo que están haciendo cuando los miro fijamente, se revuelcan en cámara lenta como en las caricaturas. Se cuidan y se miman. Se acompañan. Y me quieren, parce. Se siente como que les caigo bien a pesar de ser el que les echa gotas y no les da bocado de lo que come (porque qué verracos gatos pa canequeros).
A Chloe le gusta ser la que se lleva el balón y acaba el partido: se lleva los juguetes en la jeta como un perrito. A Enzo le gusta cazar. Chloe se sienta detrás mío en la silla del escritorio, es mi copiloto del teletrabajo. Enzo pasa por mimos trepándose al escritorio y después se echa en mi cama a hacer la siesta.
Qué bonito ha sido el hacer a pesar del miedo. Aprender a cuidarlos. Hoy ya le puse gotas al gato sin mayor queja. Hasta me dejó asegurarme que el colirio le cubriera todo el ojo, en ambos ojos.
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