¿No les resulta extraño ver lo poco que nos llega desde África? Cada año hay un combo de gente diciendo que este sí es el año de Murakami, que aquel escritor europeo es buenísimo, que esos escritores colombianos son chéveres. Pero nada llega desde África. ¿Se supone que nadie escribe allá, entonces?
Como con la música. De la música a duras penas conocemos Kongos porque son unos manes hijos de colonos surafricanos y como son blanquitos, venden fijo. Como si allá, de repente, no hubiese una sola historia por contar. Como si las vidas de los que están allá no fuesen relevantes y nadie puediese identificarse con ellos. Su cotidianidad sería ajena, mejor dicho.
Si alguien tiene recomendaciones de autores africanos y musiquita africana, se las recibo con gusto.
octubre 27, 2017
octubre 25, 2017
Ranthought - 20171025
Nada como usar un paquete pobremente documentado (o sin documentación alguna) para generar tus datos de prueba.
Esto de adivinar cómo es que se configura el archivo XML con el que se define de dónde y a dónde van los datos, esto es la hijueputa felicidad.
Después preguntan por qué es que uno trata mal a la gente de QA.
Esto de adivinar cómo es que se configura el archivo XML con el que se define de dónde y a dónde van los datos, esto es la hijueputa felicidad.
Después preguntan por qué es que uno trata mal a la gente de QA.
octubre 20, 2017
Ranthought - 20171020
Yo es que no entiendo para qué le pagan a una gente que agarra un reporte de la ONU, toma unas capturas de pantalla con baja resolución, las pone en una galería y hacen referencia vaga del reporte que los puso "a trabajar".
No se ve nada que diga algo particular de cada ciudad. No se compara nada. No dice nada. No pasa nada.
Por ahí decía alguien en FB que oía radio hablada porque era la costumbre, así le sangraran los oídos todos los días por culpa de tantos infelices que dicen sandeces o siguen a piés juntillas la agenda política correspondiente. Yo aprendí hace un rato que cambiar las costumbres es otra forma de vivir un poquito más en paz. Siempre hay mejores costumbres. Siempre se puede revaluar todo lo que se hace.
Como con las costumbres machistas. Y así.
No se ve nada que diga algo particular de cada ciudad. No se compara nada. No dice nada. No pasa nada.
Por ahí decía alguien en FB que oía radio hablada porque era la costumbre, así le sangraran los oídos todos los días por culpa de tantos infelices que dicen sandeces o siguen a piés juntillas la agenda política correspondiente. Yo aprendí hace un rato que cambiar las costumbres es otra forma de vivir un poquito más en paz. Siempre hay mejores costumbres. Siempre se puede revaluar todo lo que se hace.
Como con las costumbres machistas. Y así.
octubre 14, 2017
Planned
Hace unos doce meses le di vida a dos caminos para el futuro a mediano plazo. Uno, el de ir a trabajar o aprender a investigar en un sitio que pareciese divertido. Otro, el de recibir seres vivos en mi casa y cuidar de ellos.
Lo de ir a hacer cosas no salió y ya perdí la cuenta de las veces que me han dicho que no. Se volvió un ruido de fondo como si fuese el Big Bang de los sueños viejos y el único rastro fuese ese recuerdo ancho e indefinido. Salí de vacaciones con la familia, recorriendo en un automóvil moderno y cómodo los caminos de Hispania y Gallia. Saludé a Asterix y todo. Volví decidido a buscar seres con pelo y cuatro patas para que alguno aceptara parchar conmigo, tal y como volví hace un año, decidido a tener una bicicleta. Sólo que esta vez no dependía simplemente de mí y de mi dinero. Ya me decía M. que era cuestión de dejar que un gato me eligiera.
Se convirtió en una rutina de preguntarle a todos a mi alrededor, tratar de resolver todas las dudas y reducir el miedo a sus justas proporciones. Fue vivir el miedo y la emoción en igual cantidad. Fue el no saber si era capaz de cuidar de un gato. Fue ir a hogares de paso y dejar que me ayudaran a encontrar a quién darle un hogar. Fue escuchar a los gatos, pasar tiempo con ellos. Fue recordar todos los gatos que me recomendarían como un buen humano o al menos uno con el que se pasaría un día tranquilo.
Fue hablar de uno y recibir la idea de adoptar dos. Volver a sentir miedo, más del doble. Sentir varias veces más emoción. Pedir opiniones otra vez. Pensar si era mejor idea recibir un gato adulto o dos jóvenes. Tomar decisiones sobre mi futuro y sobre el futuro de unos gatos. Respirar profundo y decir Sí. Amasar todos los No que he recibido y volverlos un Sí grande como Monserrate.
Fue pensar los nombres, preguntar por nombres, ver páginas web con listas de nombres, pensar en canciones que tuviesen nombres. Fue pensar en Mesut pero no ponerle Mesut al gato porque vivo con un hincha del Liverpool. Fue ver que C. me dijera que Enzo era puro nombre futbolero. Y sí, lo es. Pero además es el nombre de aquel Enzo que quiso ir muy rápido (como este Enzo) y que se parece mucho a Mesut. Fue pensar en Chloe dancer y en Andrew Wood cantando. She does not know better. She's just like me, only beautiful. Ella debía ser Chloe.
Fue abrirles la puerta de mi casa y ver que la sintieron como suya. La recorren y la sienten como propia. Hacen siesta y comen tranquilos. Enzo parece gustar del chocolate (y obvio no le doy ni una gota), Chloe encontró su rincón feliz en el gimnasio, ambos duermen en mi cama desde la primera noche y no dejo de sentirme agradecido con la vida por poderles ofrecer un hogar, comida y mimos cada vez que los quieran. Sólo espero ser un buen humano y tener la verraquera para querer bonito.
Una verraquera como la que tuve para con M., que me hizo pensar de nuevo cuándo es que se le dice a la gente que uno la ama. Decir Te amo y no sentir que es inoportuno o innecesario. Después de años de no poder hacerlo, de ser físicamente incapaz de hacerlo. Pensé que era el año de arriesgarme a irme lejos y hacer cosas, pero realmente fue el año de arriesgarme a querer y a permitir recibir de otros. Escribo esto mientras los gatos duermen a los piés de mi cama y M. me escribe mensajes bonitos por WhatsApp.
Soy feliz.
P.D. Saludo especial a los que votaron en Instagram por que no adoptara un gato. AHORA TENGO DOS.
P.D. No tengo gatos. Los recibí y los cuido pero no los siento míos. Los dejo ser y eso hace más fácil todo, creo yo.
octubre 04, 2017
Tiger-eyed
How competitive can I get? Arturo wrote something in a comment to a previous post that left me thinking.
I've always tried to do things as good as possible. It often translates into trying really hard, whatever the cost might be. Most of the time it does not involve someone else but my own vision of whatever I should do. I should be able to do this up to this point. I challenge myself and everything else is pure coincidence.
I have to confess, I do enjoy every time I can show off how good of a driver I am. Not just by driving fast but by choosing the best route, the best trajectory, the route with less hassle and overtakings, the safest path in the road that I can find by foreseeing the behavior of everyone in front of me. And the behavior of the wheels below me, of course.
I was used to be the best one while at school. Everyone was used to and that led them to whisper that time in ninth grade when things went south for me once. I never received gifts related to my grades because they were usually good, so it made no sense (there was nothing to be encouraged). On the other hand, I was very competitive playing football in the recess, on a daily basis. I wanted to win every day of the week, hopefully after scoring the goal I dreamed of. And I fulfilled those dream-goals more often than not, I tell you that.
Sports is what brings out the competitive spirit, the comparison and the constant evaluation of my improvements and failures. It has been through sports that I've seen my own body improve and behave better of worse depending on whatever happens to me week-in week-out. I sit down and let myself go, recalling all the relevant situations of a game I just played, checking how and why did I do something in that particular way. Why did I miss that pass? How could I improve my jumping to get a better chance on aerial challenges? Did I get stronger lately or how can I explain the way I won that challenge by throwing away that poor lad? Am I running the right runs to block passes?
The other scenario where I vividly compete is gaming. I will swear like a sick pirate every time I play something against someone -or something-. Every missed chance, every kill I miss by a tenth of a second or a lag in the connection. A race I could have run better, with less mistakes on finding the apex in the turns. I will try my best to win every time, in every game. If you invite me to play something new, I will learn quick how to defeat you as soon as possible.
Maybe I just enjoy the uncertainty of the challenge. As a student and an engineer, challenges are somehow controlled (by the model I use to approach to them); in sports and games it's all about dexterity and to give you hell.
I've always tried to do things as good as possible. It often translates into trying really hard, whatever the cost might be. Most of the time it does not involve someone else but my own vision of whatever I should do. I should be able to do this up to this point. I challenge myself and everything else is pure coincidence.
I have to confess, I do enjoy every time I can show off how good of a driver I am. Not just by driving fast but by choosing the best route, the best trajectory, the route with less hassle and overtakings, the safest path in the road that I can find by foreseeing the behavior of everyone in front of me. And the behavior of the wheels below me, of course.
I was used to be the best one while at school. Everyone was used to and that led them to whisper that time in ninth grade when things went south for me once. I never received gifts related to my grades because they were usually good, so it made no sense (there was nothing to be encouraged). On the other hand, I was very competitive playing football in the recess, on a daily basis. I wanted to win every day of the week, hopefully after scoring the goal I dreamed of. And I fulfilled those dream-goals more often than not, I tell you that.
Sports is what brings out the competitive spirit, the comparison and the constant evaluation of my improvements and failures. It has been through sports that I've seen my own body improve and behave better of worse depending on whatever happens to me week-in week-out. I sit down and let myself go, recalling all the relevant situations of a game I just played, checking how and why did I do something in that particular way. Why did I miss that pass? How could I improve my jumping to get a better chance on aerial challenges? Did I get stronger lately or how can I explain the way I won that challenge by throwing away that poor lad? Am I running the right runs to block passes?
The other scenario where I vividly compete is gaming. I will swear like a sick pirate every time I play something against someone -or something-. Every missed chance, every kill I miss by a tenth of a second or a lag in the connection. A race I could have run better, with less mistakes on finding the apex in the turns. I will try my best to win every time, in every game. If you invite me to play something new, I will learn quick how to defeat you as soon as possible.
Maybe I just enjoy the uncertainty of the challenge. As a student and an engineer, challenges are somehow controlled (by the model I use to approach to them); in sports and games it's all about dexterity and to give you hell.
octubre 02, 2017
Ranthought - 20171002
Estamos en mil novecientos sesenta y algo, donde los sabotajes misteriosos se multiplican y todos vivimos en medio del entretenimiento para no pensar en la bomba que nos enseñaron a temer.
*
Puerto Rico queda hecho mierda y la atención de las necesidades urgentes se vuelve una discusión tuitera entre un presidente y un alcalde. Porque Puerto Rico pertenece a pero no hace parte de. Porque la gente del Caribe es incompetente y quiere todo hecho. Al mismo tiempo, matan a cincuenta blanquitos en un concierto de country en Las Vegas y el presidente cambia su agenda para ir allá y hacer acto de presencia. Porque esto no puede pasar en el pináculo cultural americano, porque esto no le puede pasar a la gente buena que va a un concierto de música campesina gringa.
**
Todo el farfullar de Madrid y Barcelona alrededor de la separación de Cataluña no es más que un vociferar de sordos, cada uno velando por sus privilegios e intereses, cada uno tanto o más agradecido con el otro por perpetuar un escenario en el que ambos ostentan poder. La élite española y la élite catalana, cada una afianzando su poder y obteniendo réditos de una confrontación sin diálogo posible. Y la gente ahí, en medio, creyéndole a ambos porque esas noticias también son entretenimiento y porque no hay bandera más falsa que la bandera que ponen en el ayuntamiento del pueblo en el que vivimos.
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