junio 30, 2014
On defeat
El buen general Entrescu nos decía en un post que, en algunos casos, no duele perder. No se siente insatisfactorio el resultado cuando se ha estado cerca de algo más o cuando se sabe que se recibe la derrota debido a errores propios y a virtudes del oponente.
Mientras más lo pienso, más seguro estoy de estar en desacuerdo con esa idea. Cuando uno es superado ampliamente por el equipo contrario, es consciente de las diferencias. Comienza a revisar, jugada a jugada, lo que le permitió al rival hacer goles y jugadas. Uno lo acepta, con enojo pero con certeza. Uno SABE que ese debía ser el resultado, que si jugaban cien veces ese partido lo perderían en 99 y lo empatarían heroicamente alguna vez. No había cómo.
Cuando se pierde por poco, por una jugada aislada, el pensamiento va por lo que se hizo mal en esa única jugada. Qué posición debíamos ocupar para evitarlo, quién perdió la marca, quién aflojó en ese duelo por el balón. Se parece a una tusa. Se queda uno dándole vueltas por mucho más tiempo. Para hacerlo más difícil (como la tusa), se le arriman los recuerdos de los goles fallados, de los pases errados, de las que sacó el arquero del otro equipo, de la falta de sincronización en los movimientos. Del que no vino hoy a jugar e hizo mucha falta en alguna posición.
Cuando se pierde por poco, no suele haber otro camino mas que convertirse en la zorra que echó a andar con desdén, diciéndose a sí misma que igual están muy verdes.
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