Sentado estoy, mirando por la ventana.
Veo emerger el vapor como un hechizo desde el suelo, antes inerte, ahora emergiendo flotante y grácil, elevándose hacia lugares oscuros y gélidos.
Veo a aquel taller, que otrora parloteaba y cantaba, pero que ahora fija póstigos y mamparas preparándose para la huída del sol hacia mejores horizontes.
Veo un desvaído hechizo anaranjado caer sobre esta ciudad maldita, aun cuando curiosamente el hechizo cae hacia arriba... cae y libera a todos de sus pensamientos y rutinas, para otorgarles el don del libre albedrío. Vaya maldición...
Y sin embargo, estoy aquí sentado, mirando por la ventana, y lo único que me aparta del río de ámbar es una luz, mucho más tenue, mucho más cercana, azulada.
Estoy aquí, sentado, mirando al teléfono, esperando que se convierta en parte de la ruta única elegida para llegar a mi.
Y sin embargo, de nuevo, todo se reduce a él y a mi... bien haría Zeus en fulminarte, oh tú hijo de Hipnos! Tú que, sin perturbar esta tenue atmósfera, llegaste una vez más y convertiste esta espera en una inútil pérdida de tiempo... deja ya de robarme tiempo, que bien sabes cuán poco queda en mis bolsillos.
noviembre 04, 2007
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