abril 10, 2007

Mi carpa nómada

Texto de: Andrés Hurtado García

Hace muchos años hice mi descubrimiento vital: el hombre es un nómada. No fue por azar ni corrí a pregonarlo. Fue más bien doloroso, pero -lo verdaderamente importante es paradojal- poco a poco comenzaría a llenar mi vida de paz y de profundas alegrías. Tampoco fue repentino; sus pesquisas más lejanas datan de mi niñez. Mi madre decía que el arco iris se traga a las personas en su contacto con la tierra. Y yo lo perseguía por campos y colinas. Regresaba desconsolado. Pero ella me calmaba: “Hijo, las cosas importantes siempre están más lejos”. Así me fue iniciando calladamente en los largos caminos que exigen largas fidelidades. Ser nómada, hacerse nómada, es desarraigarse. Fui comprendiendo, también paulatinamente, que la riqueza no consiste en acumular, sino en desprenderse. Menos posesiones exteriores y más riqueza interior. Entonces mi casa comenzó a ser, también ella, nómada.

Mi carpa nómada, modelo “libre como el viento” y marca “todas las estrellas”, inició conmigo el peregrinaje con la mira puesta en la Constelación de la Fidelidad, que sólo brilla para los nómadas y para las muchedumbres aparece como estrella fugaz.

Las montañas más altas de la tierra en todos los continentes la han sentido posarse; ha conocido el calor de los desiertos; el domo de su aparentemente frágil estructura se ha acunado bajo el dosel de selvas lejanas; hasta ella han subido las olas a lamerla y a morir cuando se ha situado en ese nítido límite, de espaldas al bosque tropical y de cara a la inmensidad del mar; al lado de las bocas humeantes en el fondo de cráteres de volcanes se ha erguido su esbelta figura; y siempre, en el fondo del corazón levanta su estructura, porque allí la he construido.

Vivir en carpa, inventar caminos, soñar inmensidades, atisbar y ganar lejanos horizontes, huir del destino de los sedentarios, amar por encima de todo la suprema libertad de los nómadas... ¡He aquí la vida! El resto, el multitudinario resto, es rendir sospechoso culto a remedos de vida. Amo mi carpa, libre como el viento, mi único amigo. Ella no es de “cinco estrellas”. Sería muy poco. Ella es confidente de todas las estrellas. Amo mi carpa nómada.

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