aranta
Hallábase Erwin paseando por los prados de Oxford, cuando casualmente escuchó una conversación entre dos personas que comentaban alegremente algo. Su curiosidad, oculta tras sus lentes y su corbata de moño, le hizo permanecer cerca, escuchando. Mientras lo hacía, notó el espeso bigote de uno (acorde con su abuntande cabellera) y la calva del otro, que lo señalaba claramente como el mayor de los dos.
--Ayer estuve de paseo por la biblioteca.
--¿Se supone que me debo sorprender?--contestó el joven.
--Heh! Muy chistoso tu comentario. Me refiero a un paseo real; me di gusto buscando algún libro que hubiera querido leer y lo hubiera olvidado. Y pues, encontré un libro muy interesante.
--Hum... Freud? Tolkien? Leibniz? Las Meditaciones Metafísicas que tan bien hablan del número uno? Cuente a ver pues!--preguntó con cierto interés el dueño del filtro para sopa.
--Naaah. La hipnosis es para magos... Tolkien es para niños... y pues Leibniz es para principiantes--respondió el anciano--es un libro de un científico ruso, que extrañamente y sorprendentemente llegó a nuestra biblioteca. En él describe procesos que prefiguran el aprendizaje, creo yo. Sólo que trabaja con un perro.
--¿Aprendizaje? ¿perro? ¿ruso?
--¡Vaya! ¡Qué fácil capturas la esencia de lo que te dicen!.
--Pues es que lo dices como si fuera un cuento para niños. ¿El perro no viene de Rohan o algo así?--dijo el menor entre risas ahogadas.
--De nuevo tu humor que no perdona ningún comentario. En fin... pero a mi me pareció y me parece interesante todavía! Por algo su autor recibió el Nobel, no?
Ambos se quedaron mirando, como pensando algo en común.
--El fotoelectrón al nivel de un perro ruso que aprende. Y pensar que yo tengo un perro y dos gatos en mi casa. Algo debe poder hacerse con tanto material!--dijo animado el menor.
Ahora, las risas ahogadas se volvieron carcajadas sonoras, que alguna paloma asocial confundió con amenazas. Y hasta allí llegó la curiosidad de Erwin. O mejor dicho, se disipó ante el surgimiento de una idea que a primera vista parecía interesante, al menos como ejemplo para poder convencer a sus amigos de que su trabajo iba en la dirección correcta. Fue entonces cuando dejó ver su odio por las mascotas al encerrar (teóricamente, claro) el peludo gato de su vecino polaco en una caja, armando (teóricamente, de nuevo) todo un dispositivo a su alrededor que dejara ver la forma como una función de onda colapsa durante una medición cualquiera. Y de paso, cada vez que un estudiante releyera este ejemplo ilustrativo, el pulgoso gato de su vecino moriría una vez más. Sólo Miguel Ángel había ideado una venganza perpetua semejante contra algún ser vivo en una de sus obras.
Lo más extraño es que, más de 60 años después, en el marco de un humilde Festival Linux, otro sujeto que acostumbraba esconder su curiosidad tras su espesa cabellera metalera, usó la figura de un gato para explicar a los demás sus extrañas ideas. ¿Debemos esperar en la próxima década el primer premio Nobel a un m*r*n*s*t*, aun cuando dentro de ese lugar se violan los más elementales derechos humanos cual ciudad de Arabia Saudita? ¿Será posible que este premio llegue antes que el Grammy latino para Ascaroth? ¿Cuál será entonces el propósito real de la Open List? Sólo los libros de historia lo dirán, amadísimos hermanos en Erasmo.
Gracias por la sugerencia, Aranta. Ofrezco disculpas a todos por la tardanza en esta segunda entrega, pero la traducción del original tomó tiempo :-)Esperen la próxima historia... y espero que ésta les haya gustado!!
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