enero 30, 2004

Algren-san



ATENCIÓN: Voy a hablar de "El último Samurai", así que evite leer este post si no le interesa o si no quiere dañar la sorpresa.

Resulta realmente extraño que una película hecha en el corazón de la industria que se atrevió hasta a mandar a Clark Gable en B-17 en la 2° Guerra, ahora haga un retrato peculiar de una cultura que suponemos, conoce muy poco.
Desde el principio promete resaltar las contradicciones que ya todo el mundo conoce, a través de una línea interesante del Sr. Graham "Japón quiso convertirse en un país civilizado. Contrataron ingenieros alemanes, arquitectos holandeses... y por supuesto, guerreros americanos" (en el sentido Monroe-sco de la palabra americano, claro). Es entonces que Nathan Algren, nuestro buen amigo, típico soldado-estadounidense-toma-whiskey-con-culpas nos guía en su camino desde lo más bajo hasta la redención propuesta, luchando por una causa declarada justa, y sobre todo, encontrando un por qué para vivir.
Su vida antes de la conquista del oeste es desconocida porque poco o nada influye en su estado actual. Todo lo que hace de él quien es está encerrado en la guerra que vivió recientemente, y que lo dejó como un heroe (cosa que a él poco le sirve).
Es desde el momento que lo cree todo perdido, que puede ver el camino siempre buscado por él... el honor, la disciplina, el respeto. Finalmente encuenrta un motivo decente para morir por él. Quien no vea en el desenlace una semblanza de los Rohirrim de Tolkien cabalgando hacia la muerte segura es porque tiene mala memoria.

Sobre el final, pareciera que el director patea la historia para que no se salga de las 2 horas y media, y lo logra... el final no es tan malo como decían por ahí. Es más, dice mucho sin necesidad de que ningún personaje hable. En conclusión, vale la pena verla.

Como siempre, les dejo el link a la página y otro sitio relacionado para que lo piensen a ver is se animan.. y tranquilos, que la publicidad esta vez no esconde tantas cosas malas.




La patria así se forma
termópilas brotando;
constelación de cíclopes
su noche iluminó.
La flor estremecida
mortal el viento hallando,
debajo los laureles
seguridad buscó.


Bis bald!

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