junio 19, 2022

Jaime

Parce, no me lo vas a creer.

¿Recuerdas cuando nos pedías fijarnos en lo importante? Cuando nos decías que la visión de gobierno y la visión del país debía cambiar. Mientras hacías visible el poder aparente y el poder real, mientras hacías tangible y valioso el ser políticos en medio de las balas, de las bombas y del miedo. 

Yo recuerdo el día en el que te perdimos. Yo era un adolescente más, estaba ocupado en algún quehacer colegial y comenzaba el día. Un día más, siempre con el gran miedo de fondo, con los ecos de la guerra siempre presente. Comenzábamos el día y fue quien llegó tarde el que nos trajo las malas noticias. Otra mala noticia. La vida de las malas noticias alrededor, incluso en medio de la comodidad de la ciudad. Una luz menos guiando las cosas, un camino un poquito más oscuro.

Las cosas empeoraron mucho antes de comenzar a mejorar. Tal como lo dijiste, siempre, aquellos que se mostraban como líderes de la costumbre, de lo de siempre, llegaron a serlo y llegaron a usar el poder como nos dijiste que sería. Muchos murieron, muchos más sufrieron, siguen sufriendo por las decisiones de estas personas. Perdimos mucho. Nos acostumbramos a que así serían las cosas siempre. Muchos terminaron yéndose lejos. 

La realidad que vivimos todos cuando tú estabas se olvidó, al menos en parte. Todo lo que realmente pasó comenzó a olvidarse, pero algunas deudas puntuales se mantuvieron visibles siempre, como un argumento omnipresente que siempre hacía inimaginable cualquier otra opción diferente a la rutina que ya teníamos. Era impensable perdonar, así como nuestros padres nunca perdonaron La Violencia. ¿Te acuerdas?

Es raro verlo en retrospectiva, pero de repente las cosas comenzaron a cambiar. Te volvimos a ver. Te volvieron a ver. Te vieron por primera vez en la muchachada que nació en medio de la guerra. La tecnología te trajo de nuevo, casi diría que en el momento justo. La sonrisa, la verdad y las ideas volvieron a circular. Y esta muchachada comenzó a creer en algo. En otra cosa. En otros caminos. En su propio valor. Nosotros, los de la generación de en medio, construimos muchas cosas por los lados, como sin incomodar demasiado, pero creo que no estuvo mal. Posiblemente sea todo ese trabajo el que ayude a encontrar cimientos firmes para los cambios profundos.

Y pasó. Los muchachos salieron a hacer, a hablar y a compartir. A quejarse y a empujar el cambio. A pesar de la violencia. De todas las violencias. De todas las barreras, infinitas y eternas.

Los jóvenes lo lograron, Jaime. Los demás hicimos lo que correspondía, pero eso no importa porque no se trata de mí ni de nosotros. Se trata de los que ahora mismo celebran. Celebran, Jaime, que al fin el camino al cambio profundo comienza. Un camino que suena más justo y por ello mismo los incluye.

Creería que saludar a Francia Márquez te haría muy feliz. Debiste hacer parte de este gran abrazo amoroso que nos estamos dando. Te seguimos extrañando. Te seguimos viendo, Jaime. No te vayas nunca (y no le digas a YouTube que baje tus videos, por favor).

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