Las entidades de El Sistema (financiero) se autorregulan. Hay instancias y procesos definidos para que El Sistema se vea a sí mismo y se regule. Para que aquellos con actuar poco ético sean sancionados y no afecten la existencia o la operación de El Sistema. A cambio de todo nuestro dinero, tan sólo se espera que se regulen entre sí y su afán de obtener más ganancias haga que se vigilen con celo.
Los gremios, muy al estilo del siglo XII y sus alrededores, se ofrecen como garantes de la confianza pública en sus agremiados. Contadores, médicos e ingenieros por igual, todos estamos sometidos a tribunales de ética que están siempre atentos a las quejas de los conciudadanos. Es posible que nos sea negada la posibilidad de ejercer un oficio o profesión si nos juzgan cortos en ética o en capacidades.
Los funcionarios viven rodeados de todo un andamiaje, una súperestructura que todo lo revisa, todo lo chequea contra el inciso del parágrafo del decreto reglamentario que corresponda. Son los oficiantes escrutados por definición. A la vista de todos, siempre.
Los árbitros de fútbol ven sus andares y quehaceres desmenuzados por miles de analistas, a través de numerosos canales de difusión, jornada a jornada, en incontables idiomas y en cámara ultra lenta con definición 4K.
El restaurantero que sirve arroz desabrido o el que es generoso en la porción ven su clientela menguada o aumentada en proporción al tamaño del voz a voz generado.
Al hacer todo este recorrido, viendo ante todo el tamaño de los despropósitos recientes, surge con frecuencia la duda sobre la forma como los periodistas se regulan a sí mismos. ¿Lo hacen acaso? Teniendo en cuenta además que cualquiera puede salir a opinar en los medios que usan los periodistas titulados, ¿cuál es el punto de educar periodistas si cualquiera puede escurrir sandeces a las siete de la mañana para que lo oigan todos los que van camino a alguna parte a esa hora (que son muchos, otra vez)? Existen entes como la mentada FLIP, que se quejan y alertan cada vez que alguien pone en peligro o bloquea el trabajo de un periodista. La libertad de prensa es muy importante, nos ofrece muchas cosas a todos en la dulce teoría, sí, pero, ¿dónde está la parte en la que el oficio de alguien en un medio de comunicación pone en peligro a otros?
Si un ingeniero o un contador es financiado o recibe dinero para emitir un juicio o recomendación profesional con algún sesgo, es muy posible que termine siendo juzgado por no ceñirse a los principios éticos de su profesión. Sin embargo, parece una verdad inobjetable y evidente para todos el que un periodista viva recibiendo dinero de alguien para publicar cosas con sesgos evidentes y no anunciados, sin contrastar fuentes ni ofrecer algo diferente a la nota exclusiva o la noticia en desarrollo antes que todos los demás, siempre con una redacción conveniente y ajustada al titular de la chequera que les paga la tinta y el sueldo.
Nos acostumbramos a que el periodismo se convirtiese en propaganda. La Nación (ajá, con mayúscula) le entrega un segmento de su espectro a transmitir estas cosas de las que cada cuál saca usufructo como le parece. Y por ello asumen todos que son fiables, confiables, ciertas y autorreguladas.
Todavía recuerdo con asco cuando el periodista aquel de bigotico (ese) cerró una nota cualquiera proclamando la destrucción inminente de un partido político que no era de sus afectos, como corolario a una discusión interna cualquiera. "seguro esta discusión llevará al Polo Demotrático a su destrucción". Lo dijo como anunciando el pronóstico del tiempo y nadie dijo nada. Con el mismo tono impasible dijo la hora y siguió con su vida. No pasó nada porque era lo que siempre hacía y siempre hicieron. Ahora, la familia política de otra periodista está siendo investigada por varios delitos, pero todo transcurre en silencio en los medios cual si fuese una Omerta con todas las letras.
¿Cómo hacer paara que el periodismo deje de ser la letrina que es? ¿Volverá a ser algo más que entretenimiento y propaganda?
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Por eso tiene más sentido leer y escuchar historias que exponerse a la miseria de los medios.