Cada semana santa estoy más seguro de lo poco que cambiará este país en el futuro. Cada celebración religiosa reafirma el espíritu pasivo y asistencialista, expectante de dádivas y compasión.
Cada año seguirán apareciendo en cámara aquellos que cargan una cruz o escalan descalzos algún cerro cercano "para que los socorra de una casa" (sic), para ganar la lotería o "por la paz de nuestro país".
La religión hace parte del mundo en el que vive cada ser humano, en su búsqueda de respuestas y trascendencia en el tiempo. Pero aquí en Colombia, la religión es un lastre.