septiembre 09, 2004

Archivelog



ALTER SESSION SET CURRENT_SCHEMA=S01;

Sentado, consultando sobre la información presente, precisa, coherente, visible allí dentro. Revisando cada letra, cada signo, cada símbolo, cada unidad. Pensando en cómo cada uno de ellos había llegado a donde está, y se había convertido en unos cuantos unos, en otros tantos ceros, en conjuntos claros, perdurables, esperando todos ellos la hora de ser vistos de nuevo como lo que son, un símbolo, una unidad.

Sentado, sí, y sin embargo, viendo también cómo los símbolos, cuidadosamente copiados allí dentro, también están allá, mirándolo, deseando tanto como sus congéneres almacenados ser vistos, pero sin dejar de ser, de estar en el mundo.
Sin importar con cuánto cuidado se hubiera sentado allí cada día para quitar el polvo alrededor de los símbolos, para conservar su sentido al verles de nuevo y recordar su significado, para mantenerlos vivos, sin importar nada en absoluto, eso que consideraba eran los símbolos que quería preservar, se habían convertido en recuerdos de ellos, en imágenes difusas, muy a pesar de ser sucesiones finitas y estrictas de unos y ceros. Ya no había copia de la realidad, tan sólo un intento desesperado por empujar sus sueños a codearse con la eternidad. Sí, sólo las montañas lo logran, pero por eso son sueños, porque invitan a soñar con lo eterno como los cielos de Baudelaire.

Y sin importar nada más, los símbolos siguen allí, a veces mirándole fijamente, a veces evadiéndole como evitando que sean descubiertos sus significados últimos y esenciales, únicos como cualquier patrón en este inmenso caos.

Sí, ella permanecía frente a él, le miraba, y él, sentado aún, sólo atinaba a recordar, a recordar que simplemente había dado permiso a sus sueños para morir, sin saber aún para qué habría servido eso o cómo podría acaso retornarlos a su perenne existencia. Y sus recuerdos ya no tenían relación con quien le miraba mientras permanecía frente a él. Su cuidado sólo había ayudado a destruir lo que intentó conservar, porque algo que va más allá de la razón y llega a lo profundo de la mente y la conciencia, también va más allá de unos y ceros. Los recuerdos ya no son objetos perceptibles: son experiencias sensibles.

No, no prefiero creer en la nada a no creer... me niego a hacerlo. Simplemente, murió el sueño en donde estaba Misato, sueño que sentí como perenne, pero que ahora sólo son visiones grises, datos difusos e ideas frías.

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