abril 20, 2015

Negociando


Pasajeros

El otro día iba en un bus azul del SITP. Estaba sentado en un asiento junto a la ventana, dos puestos delante de la puerta trasera. Atrás en la última banca, iban dos o tres operadores -el eufemismo aquel para hablar de conductores o choferes, tan vano como el de colaboradores para empleados, tan inútil como la pelea de los odontólogos por que no les digamos dentistas-.

Iba leyendo algo pero dejé de hacerle caso a los manuales de urbanidad que nos ponían a leer en primaria. Porque yo tenía un coordinador de disciplina flaquito, con un bigote desprolijo y escaso pelo revuelto, que nos ponía a leer esas cosas cuando algún profesor no iba. No era la urbanidad de Carreño que tantos chistes generó y genera por acá, no. Era un pequeño librito gris con las hojas ya amarillentas y con ilustraciones que mostraban bien lo que no se debía hacer. Varias veces nos ponían a leer eso en voz alta a todo el salón, parados en una de las sillitas de colores, interrumpidos sólo por la explicación practica del profesor Castillo. "Nos ponían" porque sólo escogía a los que ya leían bien y yo siempre caía en esa atarraya.

Y bueno, ese librito decía bien claro que uno no debería andar oyendo conversaciones ajenas porque es mala educación. Salía el dibujito de un niño portándose mal, oyendo lo que una señora le decía a alguien asomado en una ventana. El profesor Castillo ya se murió y espero que no me jale las patas.

Les estaba contando que dejé de hacerle caso (una vez más) al librito gris de urbanidad y le puse atención a lo que decían los señores operadores del sistema -no confundir con El Sistema-. Tampoco hablaban a volumen muy bajo entonces no era tan difícil. Hablaban de sus salarios, Se quejaban de lo poco que les aumentaban como cualquier empleado. Ahí llegaron a un punto importante de la conversación, porque discutieron sobre lo que ganaban antes y lo compararon con lo que recibían ahora.

- Eso es una porquería, que me aumenten eso que ofrecieron no me sirve para nada.
- Es que eso es lo que la gente peliaba. Que antes trabajaban dándole y al mediodía ya tenían ciento veinte mil libres, para ellos. Que tocaba darle parejo y empujar, eso sí (acá se ríe y da a entender algo que los demás también saben). Pero se veía la plata, ahora ya uno trabaja lo mismo y le pagan esa chichigua.
- Ese bono que ofrecen para mí es como cuando le ofrecen un juguete a un niño. Deje de pelear y le damos el bono. Y para mí ese bono no es nada, eso a mí no me sirve. Quieren que el servicio se mantenga y no quieren pagar, dizque a las empresas le pagan por cada uno como dos millones y eso se lo quedan las empresas
- No, yo había oído que pagan es por kilómetro recorrido
- No, les pagan la plata y esa no le llega a uno, entonces es mejor que le paguen a uno si quieren que esto funcione.

Ahí me bajé a hacer el transbordo. Se me hace que toda negociación acá pasa por el mismo criterio. Antes hacía más plata y lo de ahora sólo funciona si me siguen dando la misma plata -o más-. Me imaginé por un minuto al Gobierno y a todos los jefes de las FARC convenciendo a miles de personas iguales a esos operadores, diciéndoles que es mejor ganar menos plata y volver a las estructuras existentes, donde reinan las disputas clasistas, tinteadas de machismo y rencor.

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