El ajiaco para mí es compartir.
Desde que tengo memoria, mamá siempre preparaba un ajiaco delicioso en la noche de navidad y lo compartía con otros. Vecinos, familiares o incluso con aquellos pobres vigilantes que tenían por suerte estar allí cuidando bienes ajenos a esa hora. Una imagen perenne de lo que significa la redistribución.
Ofrecer algo al otro. Porque puede que lo necesite pero el valor está en compartir algo realmente tuyo. Algo que bien puedes ofrecerte a ti mismo.
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